Me senté en una de las mesas más lejanas de la
cafetería con Jake en uno de los asientos de en frente mirándome como si
le hubiese dolido mi bufido, ¿realmente esperaba que hiciese un charco
de babas a su alrededor?
Mientras él me miraba yo lo único que hacía era hacer anotaciones
estúpidas en mi libreta, incómoda por esa mirada que me taladraba, que
me disolvía. Pero al fin, tocó el timbre y era hora de ir a clase. Cogí
las cosas de la taquilla y por el espejo que tenía colocado en la puerta
pude ver como Sammy se acercaba hacia mí.
-Lo siento Amy -dijo realmente arrepentida -No debí dejar que
vinieras andando. Tampoco me hubiera importado que me echaran al
pasillo.
-No importa. Todos nos equivocamos, ¿no? -dije insinuando una sonrisa.
-Gracias, joder, pensaba que te habrías enfadado en serio. ¿Tiene algo
que ver que al señorito también le hayan expulsado?
Le saqué la lengua y cerré mi taquilla con un portazo y me di la vuelta,
demasiado tenía con soportar a ese estúpido chico intentando
conquistarme por no sé qué mosca que le había picado como para tener
que, además, soportar a mi mejor amiga haciéndome preguntas que ni yo
misma sabía contestar. ¿Me había gustado que le expulsasen a pesar de mi
bufido? ¿Me gustaba desvelarme con un mensaje suyo? ¿Me gustaba
realmente Jake?
Llegué al seminario de Latín en el cual tuve que esperar unos diez
minutos a que la profesora llegase. Sammy, que me había acompañado todo
el camino se sentó en el suelo y le hice cargo de mis libros mientras
iba al baño. Me encontré con la profesora por el camino y me excusé, me
pidió que no tardase pero que tenía el permiso.
Hasta hace poco las sorpresas y las casualidades me encantaban, siempre
tenía ganas de llegar a casa y ver algún detalle que me hubiese traído
mi padre de alguno de sus viajes de trabajo o tal vez, que me mi madre
me hubiese preparado mi comida favorita porque sabía que había tenido un
examen complicado. Incluso las llamadas espontáneas de Sammy con algún
plan alocado para hacer en una tarde aburrida. En ocasiones, un "Me
gusta" en una foto en Facebook de alguien con quien hacía mucho que no
hablaba, me hacía feliz porque era una sorpresa y una casualidad
agradable; en todas esas situaciones tenía claro lo que me gustaba,
sabía que mi padre me conocía lo suficiente así que, acertaría con el
regalo; mi madre sabía cuál era mi plato favorito, Sammy tenía esas
ideas locas que a pesar de que a mí no se me ocurriesen ambas sabíamos
que yo aceptaría... Sin embargo, no tenía una remota idea de lo que
sentía por el señorito tepersigoperosolovoyajugarcontigo.
Al salir del baño, ¿cómo no? Jake en la puerta.
-¿En serio me estás persiguiendo?
-¿Eso es lo que quieres pequitas?
-Me está cansado tu juego, Jacob -pasé por su lado dándole un empujón
en el hombro lo que él aprovechó para girarme y quedar a pocos
centímetros de mí.
-Pues yo quiero terminar la partida -se giró y salió de allí. Yo hice lo mismo mientras pensaba en la
conversación que hace menos de un minuto estaba teniendo.
Me dirigí a
clase, toqué a la puerta y la Sra. Edison me dio permiso para sentarme.
-Amy, el ejercicio 4.
-Em... -pensé en explicar a la profesora que era incapaz de
concentrarme y que no había hecho el ejercicio, que latín se me daba
fatal y mucho menos si tenía a una mosca (adorable) como Jake todo el
tiempo detrás de mí. Pero entonces, Sammy deslizó su libreta ante mis
ojos -¿Le recito todas las declinaciones mejor?
-Sí, es mejor así.
Y tras “cantar” la primera y la segunda declinación acorde con el
ejercicio le di las gracias a Sammy por salvarme el culo, una vez más.
Atte Adriana & Maria.
domingo, 13 de octubre de 2013
Tercer capítulo: His stupid game.
1 comentarios:
Por fin he sacado tiempo. Me ha gustado aunque eso de latín y "declinacion", como si me hablase en chino. Jajaja. No se porque odia tanto al pobre Jake. Voy a leer el siguiente capítulo, a ver que pasa ^^
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