domingo, 5 de octubre de 2014

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Noveno capítulo: My Birthday! {Part 2}

En un abrir y cerrar de ojos todo el instituto se encontraba en mi casa. Yo me recorría las habitaciones de un lado a otro con el fin de encontrar a Jake. Los típicos populares se encontraban en el centro de la pista con chicas que ni siquiera conocían pero con el fin de conseguir una noche fuera de lo normal. Entre ellos pude ver con claridad a Kyle, así que me acerqué a él para preguntar por su mejor amigo.
-Guau, Amy, estás... preciosa -dijo dejando escapar un silbido de admiración.
-Gracias Kyle. ¿Sabes por casualidad dónde está Jake? -le pregunté alterada.
-¿Y esas prisas? -me dijo acortando las distancias-Si ya sabes dónde estoy yo, ¿para qué vas en su busca? -puse cara de asco y me giré bruscamente, pero me cogió del brazo. Me di media vuelta y cuando menos me lo esperaba, sus labios empezaron a rozar los míos. Le di un empujón y salí corriendo. Vi a Jake desde el otro lado y noté la furia en sus ojos, había presenciado aquella escena. Empezó a dar empujones a la gente con el fin de conseguir llegar a dónde se encontraba Kyle.
-Tío, ¿qué haces besando a mi novia? -preguntó enfadado.
-Intento satisfacerla, ya que tú no lo haces -le dijo echándoselo en cara. Jake que se molestó por el comentario de éste le pegó tal puñetazo en la nariz, que empezó a sangrar de forma desorbitada.
-¿Qué haces idiota? -preguntó llevándose la mano a la nariz
-Hacer lo que debería haber hecho hace bastante tiempo -le contestó satisfecho.
-Jake....-susurré.
Me cogió de la mano y me sacó de la pista de baile, guiándome hasta el jardín. Nos sentamos en el césped, al lado de la piscina, en la cual nadie había tenido las agallas de bañarse en ese día de noviembre.
-Sé que hoy he estado un poco despistado y alejado, creo que lo has podido notar a lo largo del día, pero tengo una explicación.
-Ssh, no importa Jake -le interrumpí.
-No, déjame terminar. Mi abuela ha fallecido, y mis padres han decidido que debo ir a la universidad 'Stanfort'.
-¿Qué? -le dije perpleja.
-Hoy es un gran día para ti y lo he estropeado, lo siento -no sabía que decir respecto a lo que le ocurría, así que inconscientemente le besé.
No pensaba que las cosas se pudieran solucionar con un simple beso, ni siquiera creía que podría recuperarse de tal forma, pero no sabía que otra cosa podía hacer por Jake, quería que fuera feliz.
-Creo que esto es lo mejor que me ha pasado en el día.-me dijo sonriéndome en mitad del beso.
-¿Quieres que termine con la fiesta y te quedas a dormir en casa? Podríamos ver una película o cualquier otra cosa.
-Solo quiero lo que tú quieras.
Tal y como Sammy prometió, en cuánto terminó la fiesta, no mucho más tarde de lo previsto, recogimos todo (Jake también colaboró). Habían roto varias cosas, pero había maneras de solucionarlo. Mis padres sabían lo de la fiesta así que ya habían pensado en las consecuencias que tendría que su hija fuera feliz por una noche. Después de darme una larga ducha, y de ponerme una de las sudaderas que guardaba de Jake, bajé en su busca. Él estaba viendo un partido de fútbol tranquilamente, así que me acurruqué a su lado y apoyé mi cabeza en su hombro. Apartó la mirada de la televisión y me besó en la frente. Me estremecí al sentir sus labios en mi sien, tan suaves y cálidos. Siempre me habían gustado esa clase de besos, pero los de Jake me enamoraban. Me quedé dormida entre sus brazos, y cuando desperté en busca de agua, yo ya estaba en mi habitación. Bajé tambaleando por las escaleras, que en aquel instante parecían interminables y lo encontré en el sofá tirado durmiendo. No pretendía despertarle así que fui con sigilo hasta la cocina abierta que daba al salón. Abrí la nevera lo más mínimo que pude, evitando que iluminara mucho el salón donde se encontraba Jake. Cogí un vaso y vertí el agua fresca en él sirviéndome así. Cuando menos me lo esperaba, noté que alguien me besa la nunca, así que me giré bruscamente en busca de su pelo despeinado y sus labios suaves. Nos besamos apasionadamente, haciendo así que ambos quedemos sin respiración, hasta que me agarró de la cintura y me subió a la encimera. No sé si Jake lo deseaba tanto como yo, pero yo necesitaba sentir su piel cálida rozando la mía. De repente escuché cómo alguien introducía la llave de la entrada en la cerradura, así que me separé lo más rápido posible de Jake y me bajé de la mesa. Me llevé el vaso a los labios intentando fingir que estaba bebiendo agua. Aparecieron mis padres tras la puerta, perplejos al verme despierta.
-¿No sé supone que la fiesta ya ha terminado hace bastante? -preguntó mi madre un poco preocupada.
-Sí, estaba durmiendo pero he bajado a por un vaso de agua -le dije haciendo un gesto con el vaso sobre la mano.
-¿Vosotros no ibais a dormir fuera?
-Hemos venido para ver si todo iba bien y a recoger unas cosillas -me dijo sonriendo con sarcasmo.
-Vale, yo me voy a la cama otra vez. Estoy que me caigo -les comenté.
Me incliné y le susurré a Jake: “Si no te sientes muy cómodo en el sofá puedes venir a dormir conmigo en cuánto mis padre se vayan” y tras eso le di un beso rápido en los labios y me marché a mi habitación con una sonrisa pícara. Me acosté en la cama y me dormí al poco, pero la voz de mi padre me despertó. Estaba hablando con Jake. Salí de la cama, dejando atrás mi habitación y me asomé al pasillo junto a las escaleras para poder escuchar mejor la conversación.
-Sí, señor Hamilton. No se preocupe por ella, está en buenas manos -le dijo Jake con respeto.
-Todo padre quiere lo mejor para su hija, y no voy a permitir que nadie le toque un pelo, ¿lo entiendes?
-David, es suficiente -le dijo mi madre.
-Caroline, deja que haga mi trabajo.
-Jake, lo que queremos decirte es que si quieres pertenecer a nuestra familia tienes que ganarte nuestro respeto, y es que no puedo negar que eres un chico encantador -dijo mi madre en un tono suave y dulce mientras Jake asentía.
-Lo siento si le he causado algunas molestias.
-No, ninguna -noté como mi padre fulminaba con la mirada a mi madre.
-De hecho sí que nos ha causado molestias.
-¡David! -exclamó mi madre -Basta -dijo irritada.
-Lo mejor será que me marche. – Y de repente aparecí yo en escena.
-¿Qué ocurre? –pregunté de forma ingenua.
-No creo que sea buena idea pasar aquí la noche -me dijo Jake.
-Yo creo que sí lo es –contesté- ¿qué incovenientes hay? -pregunté arqueando las cejas.
Hubo un profundo silencio, así que cogí a Jake de la mano y tiré de él para que me siguiese hacia arriba. Mi padre se quedó atónito, indeciso, sin saber qué hacer. Hasta que al cabo de un rato escuché como la puerta de entrada se cerraba con un gran estruendo.Me senté en la cama, hincando los codos en mis piernas, y apoyando mi cabeza entre mis manos.
-Lamento el comportamiento de mi padre no quiere que ningún chico me "rompa el corazón".-le dije avergonzada. Jake se sentó junto a mí, y me acarició la mejilla, así que le miré.
-No podría imaginarme una vida sin ti.-me susurró al oído. Giré la cara y le besé, y en milésimas de segundo me encontraba tumbada en la cama, Jake sujetándome las manos, y yo sin poder moverme.
-He ganado -dijo con aire de superioridad- otra vez.
-Vale, vale. Ahora suéltame -le rogué.
-Ya son las 12 de la noche y aún no te he dado tu regalo.
-¿Regalo? -le pregunté entusiasmada.
-Claro... Jacob comprando tan solo una rosa no es Jacob -proseguí- ¿Y qué es? -me emocionaba pensar que había preparado algo para mí.


Y en vez de contestar con palabras, sacó una caja de su bolsillo. No era demasiado grande, pero lo suficientemente pequeña como para pensar que podría ser una joya, y viniendo de Jake todo era posible, incluso los regalos más caros. Lo abrí preocupada porque temía que se hubiera gastado demasiado dinero en mí, no quería que se entregara tanto,... pero entonces me encontré con unas llaves de coche. Me quedé perpleja, con la boca abierta, y por eso las cogí para hacerme creer que eran reales.

-Es una broma -afirmé mientras las tintineaba. Y él sonría por verme tan sorprendida- Dime que son las llaves de tu coche y que simplemente me vas a dejar dar un paseo, por favor.
-Lamento decepcionarte, pero... son las llaves de tú coche -y señaló oralmente tú para que reaccionara.
-No no puedo aceptarlo -cogí la caja y volví a meter las llaves dentro-. Teniendo en cuenta como eres seguro que has elegido el coche más moderno del concesionario.
-O quizás no, pero nunca lo sabrás si no sales a verlo -sugerió con su sonrisa pillina.
-Bueno, vamos a verlo, pero no te prometo que me lo quede -admití, y él tiró de mí, ansioso por ver su gran sorpresa. Y eso de gran era literalmente en ambos sentidos, porque me quedé sin aliento al ver ese Audi TT rojo. Y me fui inevitable echarle una mirada fulminante a Jacob.
-¡¿Estás loco?! -no sabía si estaba enfadada o emocionada, pero de todas maneras, eso no cambiaba el título de Jake. Y entonces se me saltaron las lágrimas y no me gustaba llorar delante de los demás, me hacía débil- ¿Sabes lo caro que es esto? -pregunté con pucheros.
-Sí, pero también sé que es cuánto deseabas -explicó. Y yo negué con la cabeza.
-Cuánto deseaba era estar contigo, eso y nada más -y le abracé. Notaba como sus pulsaciones aumentaban cuánto más me acercaba, pero me lo guardé para mí misma y dejé que sus cálidos brazos me arrastraran hacia un mundo dónde solo existíamos él y yo.
-Júrame que lo vas a aceptar -me hizo prometer.
-No puedo, Jacob... ¿No ves que es demasiado?
-Siempre diré que nada de lo que te regale será suficiente, porque eres demasiado para el mundo, eres la envidia de cualquier diamante, y mucho será poco -que me dijera aquellas cosas, no ayudaban a decidirme-. Por favor, hazlo por mí.
-Puff, no me hagas prometerlo, se me hace muy difícil negarme -me sinceré.
-Pues acéptalo -dijo sonriente-. Si te quedas más tranquila, digamos que... es un préstamo que nunca me tendrás que devolver.
-Bueno... vale -puse los típicos morritos de indignación-. Pero te lo pagaré cuando sea la arqueóloga más conocida del mundo.
-Me parece un buen trato -rió y me besó.

miércoles, 10 de septiembre de 2014

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Octavo capítulo: My birthday!

Abrí los ojos en cuánto el despertador empezó a sonar, sin una pizca de piedad, a las 7 y media de la mañana, y aunque tenía la cara tiesa como cualquier otra persona a esas horas, me levanté y sonreí. Lo que no recordaba era el porqué de mi felicidad. Entonces me vino una imagen a la mente, y durante un momento creí que era un sueño. Últimamente las cosas iban demasiado bien, y no quería que nadie las estropeara, como si hubiera algo por lo que mereciera la pena seguir luchando, y realmente lo había.
Aquel día era mi cumpleaños, pero hacía años atrás que no me mostraba tan contenta al llegar este día... quizás era porque Jake iba a estar en mis dieciocho, esa gran fiesta que todos esperamos para poder ser independientes - legalmente-. [Pero a decir verdad, la edad no era una excusa.]
Lo que me hizo más feliz al despertarme era encontrarme un mensaje suyo.
Esta mañana, dos de la tarde después de lo que pasó hace una semana, me he despertado pensando que todo había sido un sueño; pero no. Tú y yo estamos saliendo oficialmente y sólo tengo ganas de cortarte una risa al besarte y sólo tengo ganas de estar contigo. ¡Buenos días, pequitas! Aunque esa noche de Halloween no llevases un vestido rosa, me encantas, y sí es verdad que siempre pienso en ti.
¿Qué más podría pedir? Me daba igual lo que pensaran de mí cuando me vieran con Jake, me daba igual si éramos lo demasiado jóvenes para prometernos estar juntos para siempre, ellos no sabían de que hablaban pero, sin embargo, no dejaban de hacerlo.
De repente tocaron a la puerta y mis pensamientos sobre Jake se desvanecieron.
-¡Feliz cumpleaños!.- gritó mi madre con entusiasmo. Entre sus manos sujetaba una bandeja con tortitas adornadas con una carita feliz, que solo al verla hizo que me emocionara aún más.
Le contesté con una leve sonrisa. Se acercó, dejó la bandeja encima de mis extremidades y se sentó junto a mí, dándome así un beso.- ¿Dónde está papá?.-le pregunté aturdida. Cada año aparecían ambos en mi cuarto cantando el cumpleaños feliz, así que me extrañó no ver a papá.
-Ha tenido que ir al trabajo antes de la hora dicha por un problemilla con uno de sus empleados. No te preocupes, cielo. Bueno te dejo que te despiertes y desayunes. No tardes mucho, no vayas a llegar tarde.
-Gracias mamá.-Tiró un beso el cuál se quedó en el aire.

Salí de casa, después de ella. Cerré la puerta de entrada con llave y Sammy se acercaba en su Jeep hasta pararlo frente a casa. Se acercó corriendo hacia a mí y me abrazó por la espalda, apoyando así su cabeza en mí.
- ¡Feliz cumpleaños, lerda! Ven, acompáñame. Sé que debería esperar hasta esta noche, pero es que no podía aguantar ni un segundo más.-Cogió el regalo del maletero y me lo tendió con las dos manos, dando a mostrar sus dientes tan alineados. La miré poniendo morros y deshice el lazo rojo.
Casi llegamos tarde a clase por la insistencia de mi mejor amiga para que abriera el regalo justo en ese instante, pero no tenía otro remedio... Sammy solía conseguir lo que quería.
-Que será....-dije inspeccionando el regalo.
-Si no lo abres ahora nunca lo sabrás.
Empecé a desenvolver el regalo en forma de caja. De hecho, era un cofre. Lo abrí y me encontré con dos vales.
-Sammy, ¿qué es?.-le pregunté.
-¡Son dos vales para ir al parque de atracciones Lake! No es para hoy, porque nos espera una gran fiesta.-dijo guiñando el ojo y prosiguió.-por eso lo he reservado para que vayamos cuando queramos. Tiene su fecha de caducidad, así que, más vale que nos acerquemos antes de que termine el mes. Y no, me niego a que Jake se apunte al plan.
-Has mostrado cierto interés en lo que me gusta, tus intenciones por lo que veo son buenas.-La abracé a continuación durante unos segundos. Sammy puso el coche en marcha y nos fuimos directa hacia el infierno instituto.

Pude ver a Jake en los aparcamientos, esperándome. Llevaba una rosa en sus manos y una sonrisa de oreja a oreja. Esa sonrisa torcida y que enamoraba a cualquier chica.
- Hey.-me dijo con esa voz ronca y a la vez sexy. A continuación me besó.- Feliz cumpleaños.-me entregó lo que tenía entre las manos y yo se lo agradecí con una simple mirada.
Le empujé, su brazo me rodeó  y yo apoyé mi cabeza en su hombro mientras caminábamos por los largos pasillos del instituto. La gente nos miraba raro, como si fuera algo malo. Miré a Jake para ver cual era su reacción a todas estas miradas que nos perseguían, pero no se comporta de manera diferente, actuaba normal, con la mirada fija al frente y la cabeza alta.
Después de haber pasado por nuestras taquillas y haber cogido los libros que nos hacían falta para las tres horas seguidas que nos esperaban, nos despedimos y quedamos para almorzar.
Tres horas que se me hicieron eternas pensando en lo que me quedaba de día, agradeciendo las felicitaciones de las personas que se acercaban a mí y que ni siquiera conocía y pensando en Jake. El timbre sonó, y yo ya había guardado todos los libros para salir en su busca, pero él ya estaba esperándome junto a la puerta de mi clase. Admiré su figura de espaldas, apoyado hombro con pared. Agarré sus manos y se giró. Su blanca, media y amplia sonrisa... caí rendida ante su mirada, como cada vez que me miraba así. Sus ojos grisáceos te enamoraban y, ¿qué es un chico sin una mirada bonita? Sin embargo, Jake no era solo eso, era su forma de comportarse con la gente, siempre preocupándose por los demás. Podría ser lo que más me gustaba de él. Me besó. Me sostenía entre sus brazos ante la mirada de cientos de personas atentas. Yo las miraba de reojo, sintiéndome al mismo tiempo avergonzada y afortunada. No solía ser el centro de atención, y si en alguna vez en mi larga etapa de adolescente lo fui, aseguro que fue al tropezar o caer en mitad de una multitud.

Sammy nos vio llegar cogidos de la mano desde el otro lado del comedor, pero siguió concentrada en la manzana que estaba almorzando.
Me quedé en medio de ambos contemplando el decorado de halloween que aún seguía en las paredes y techos. Kyle y los demás de la pandilla rompieron el hielo llamando al capitán del equipo para que se sentara a comer con ellos. Jake tenía la mirada perdida y se le veía un poco preocupado.
-Jake, ve con Kyle, no me importa.-le dije un poco molesta por la actitud que prestaban los de su grupo. Me miró de forma suplicante y a la vez de disculpa. Se acercó a ellos, y se saludaron chocando sus hombros unos con otros, pero él seguía en sus pensamientos.
Me empecé a preocupar, no era propio de él. Era cierto que no lo conocía lo suficientemente bien porque llevábamos básicamente una semana, pero durante esos siete días no había pasado cosa parecida. Dejé de lado ese tema, no quería preocuparme en el día de mi cumpleaños, quería que fuera especial. Me concentré en la fiesta y en planearlo a la perfección con Sammy, quién prometió ayudarme en la decoración y en la limpieza de la casa cuando la fiesta terminara.

Después del instituto, invité a Sammy a casa para que me acompañara en el almuerzo. Era difícil preparar todo antes de la fiesta si no empezábamos a tempranas horas. Teníamos que organizar prácticamente todo, y además prepararnos. Mi madre sirvió los platos sobre la mesa. La comida que había preparado se basaba en pechuga con nata por encima, bacon, champiñones y unas patatas fritas como acompañante. En ocasiones especiales siempre hacía esa comida, era como una tradición.

Después de comer con tal rapidez, Sammy yo inflamos globos y los colocamos por todo el suelo. Escogimos las mejores canciones para ponerlas en los altavoces. Colocamos vasos de plástico con sus bebidas y comida por todos los alrededores. Cuando terminamos de repartir cada cosa por los diferentes sitios de la casa con lo justo y necesario, subimos escaleras arriba hacia mi habitación. Cogí el vestido negro envuelto en la tela transparante para que no se arrugara. Justo en ese instante mi madre apareció en la puerta. Entre sus manos podríamos contemplar un vestido negro, del mismo color que el que yo tenía entre mis manos.
-Un pequeño regalo por el día de tu cumpleaños, ¿qué te parece?.-dijo mi madre enseñándolo. Era un vestido de palabra de honor, con unos encajes en la parte de arriba y de ahí colgaba una tela negra que llegaba hasta el suelo. Los ojos se me quedaron como platos al ver tal vestido elegante y a la vez, sexy. Fui corriendo hasta la puerta y la abracé con los ojos llorosos.-¿Te gusta?.-Asentí con la cabeza y entré en el cuarto de baño que pegaba a mi habitación para probármelo. En cuánto me lo puse, salí y mi madre se tapó la cara con las manos.
-Estás preciosa, mi niña.-Sammy asintió con respecto al comentario de mi madre. Di una vuelta y la capa se elevó en el aire. Como me gustaban los vestidos, me sentía como una princesita.
Llegó la hora y tanto Sammy como yo estábamos preparadas para la fiesta que nos esperaba. Empezó a sonar el timbre, la gente llegaba. Al principio creíamos que iba a ser un total desastre porque no había a penas multitud, pero un par de horas después la gente llegaba y enviaban mensajes de textos a sus amigos para que se unieran. 

sábado, 15 de febrero de 2014

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Séptimo capítulo: Halloween's party.

Observé mi reflejo en el espejo. Iba con un vestido negro, un poco atrevido para lo que yo solía llevar, que se limitaba a sudaderas y vans. Éste tenía un corte en el lado izquierdo, mostrando mi pierna. Llevaba unas botas negras con montones de cordones entrelazados que me llegaban hasta debajado de la rodilla. Una ráfaga de viento entró por la ventana provocado que mi capa negra translúcida llena de arañas brillantes ondeara. Parecía realmente una bruja, solo me faltaba mi escoba, una varita mágica y quizás un gato negro para complementar.
Halloween era mi fiesta preferida, junto con la Navidad. Era un día en el que todos podíamos salir disfrazados como quisiéramos sin poder ser juzgados por nadie. Yo solía ir todos los años de bruja porque si hubiera sido una heroína hubiera tenido el poder de volar y sólo las brujas podían hacer eso. No era la típica chica que quería ser una princesa, un hada o algo por el estilo, no; quería ser una bruja, pero una bruja a la que se pudiera adorar.
Todo esto del disfraz era debido a que el mejor amigo de Jake, o sea, Kyle, nos había invitado a una fiesta en su casa. Con ese 'nos' me refiero a Sammy y a mi, ¿qué otra persona iba a ser?.

Como si mi mente la hubiera llamado Sammy apareció tras la puerta de mi cuarto. 
- ¡Hola! ¿Preparada para la gran fiesta que nos espera en casa de Kyle? ¡No puedo esperar ni un segundo más!.- por lo que acababa de decir no sé si tenía más ganas de ir porque Halloween también era su fiesta favorita o porque estaría con Kyle. Siempre he imaginado que le gustaba, pero nunca me he atrevido a preguntar, porque ya tengo suficiente con todo el tema Jake.
- Sí, genial.- dije con algo de ironía.
 Sammy me miraba fijamente, embobada, mientras terminaba de maquillar con un delineador negro mis ojos verdes, como si nunca hubiera visto algo parecido.
- Ya me queda poco, no te preocupes.- le dije. Ella se limitó a asentir, sin decir palabra.
Cuando terminé de prepararme, alrededor de una hora más tarde, fuimos hasta su coche (ya que yo no tenía, desgraciadamente) y su Jeep nos llevó hasta la fiesta.
Entramos y sentí como todos fijaban la mirada en nosotras mientras caminamos por el alargado pasillo. Miré hacia el suelo, haciendo que mi flequillo tapara gran parte de mi cara para no seguir siendo el centro de atención, pero justo en ese instante lo vi. Notaba como me recorría con la mirada, esa mirada tan cálida que podía hacer que cayera rendida a sus pies. No hice caso a mis sentimientos que me decían que me acercara, asi que ni siquiera me paré a saludar, seguí mi camino hacia el salón. Todos disfrazados bailaban y hablaban mientras algunos tomaban bebidas, como poncho de un rojo pasión parecido a la sangre. Había una bola de disco que brillaba y giraba en el techo, dándole algo más de vida a aquella fiesta, e incluso una fuente de chocolate sobre la mesa.
- Hola, Amy. ¿Qué te parece la fiesta? .- me preguntó una voz conocida que se había acercado hacía mí por detrás.
- Un buen decorado .- le contesté.
- Todo esto lo he hecho principalmente por ti, me he esforzado por saber todos tus gustos para poder organizar esta fiesta a tu manera, como tu misma la hubieras hecho.- Esta vez no contesté. No me podía creer que Kyle hubiera sido capaz de organizar todo esto y haber pagado tanto dinero sólo para hacer una fiesta en un día que me encantaba, pero que aún así no era demasiado especial.- ¿Te apetece algo de beber?
- Sí, por favor .- le contesté, pero en cuánto vi que se le alejaba, huí en busca de Sammy que había desaparecido de mi lado por arte de magia mientras yo hablaba con Kyle.
No la encontré por ninguna parte, pero sí a Jake. Me observaba mientras hablaba con unos amigos y pensé que era el momento perfecto para poder hablar con él.
- Tenemos que hablar, ahora.- le dije con decisión. Me di media vuelta y me dirigí hacía el jardín. Pude ver con el rabillo del ojo como Jake me seguía algo distraído.
Estando ya allí pude observar con detenimiento la piscina, que se encontraba llena de hojas debido a los árboles que se encontraban a un lado de ésta; las vallas de alrededor de color verde, las cuáles la gente saltaba para bañarse en la piscina; una gran diversidad de árboles sobre el césped lleno de flores, entre otras cosas.
Jake se colocó frente a mí. Miraba fijamente mis ojos, como si pudiera adentrarse en mis pensamientos y descubrir mis más oscuros secretos.
- ¿Por qué me evitas?.- le solté.
- No te evito.- rebatió e hizo una pausa-. Es solo que... no lo sé. No sé qué esperas que te diga que no te haya dicho ya.- suspiró frotándose la sien con cierto nerviosismo-. Me gustas y quiero salir contigo, y se que dije que no me gusta etiquetar las cosas de esto y aquello, pero no sé cómo hacerlo porque realmente quiero que esto que ocurra, que esto se transforme en algo; pero entonces tú dices que no quieres nada serio y que necesitas un tiempo y no sé cómo manejarlo porque ninguna chica jamás me ha rechazado antes, por decirlo de algún modo.- soltó atropelladamente las palabras.- Me dices que te evito cuando solo hago, o intento hacer, lo que tú misma me pides.
Llevaba razón en cuanto a todo lo que decía. Amy, ¿qué quieres realmente? Me pregunté a mi misma. No pude resistirme a la forma en la que me miraba y en la sinceridad de las palabras que salían de él. Rodeé su cuello con ambas manos, le acaricié el pelo y lo fui acercando hacia mí hasta que nuestros labios se tocaron. Sí, le estaba besando. Por segunda vez. Y pensé que podría darle una oportunidad a lo nuestro, a lo que quería y a lo que sentía mi corazón.
No rechazó el beso, asi que sonreí sobre sus labios complacida por ello. Estuvimos largos segundos tan unidos como nunca, hasta que me aparte de él al oir la puerta de fuera abrirse. Fuimos a escondernos detrás de unos matorrales sin saber si quiera el motivo de huir de todo persona que pudiera vernos juntos. Éramos una pareja, oficialmente, o al menos eso pensaba. Jake me leyó la mente porque justo en este instante preguntó esperanzado:
- ¿Somos pareja oficialmente?.- noté el brillo en sus ojos, y no pude negarme a lo que quería tanto como él.
- Sí, lo somos.

 Atte, Adriana.