sábado, 26 de octubre de 2013

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Sexto capítulo: The Message.

Estaba jugando al Candy Crush cuando una luz roja del móvil empezó a parpadear. Un whatsapp. 
"Amy, no quiero que estés con otro tío, no quiero que nadie más pueda besarte ni que algún mierda se atreva a hacerte sonrojar, sólo yo puedo. Quiero que salgamos, aunque no me gusta poner etiquetas, ¿qué dices?". 

 No me esperaba que Jake me pidiera salir, porque realmente no sabía bien qué me estaba pidiendo en ese mensaje y la verdad, no tenía pensamiento de contestarle porque tenía que pensarlo antes de decidirme pero él ya había visto que estaba en linea, así que opté por contestar con la respuesta más sincera: "Jake... Yo ahora mismo no quiero estar en serio con nadie, no me siento preparada, necesito tiempo." Leyó mi mensaje, pero no contestó, esperé un par de minutos por si estaba pensando una repuesta pero no fue así, por lo que me puse manos a la obra para que mi cumpleaños saliera como yo quería.
 Llamé a Sammy y le pregunté si podía recogerme para ir de nuevo al centro comercial. No se pensó ni un segundo el venir a por mí. Primero fuimos a las pocas tiendas que había de decoración para eventos. Compré algunos globos, vasos rojos y azules, algunas guirnaldas y también encargué una tarta de dos pisos en la que mi nombre parecía estar en 3D gracias al fondant. Mis anteriores cumpleaños se habían limitado a una cena con los amigos más cercanos en algún restaurante de comida rápida, sin olvidar los comentarios de mi madre los cuales hacían que me convirtiese en un tomate; pero este año sería diferente, después de varias conversaciones en las que Sammy había participado, habíamos convencido a mis padres para que se fuesen al cine y luego a cenar fuera y me dejasen la casa para celebrar un cumpleaños en condiciones. Tras comprar los decorativos, entramos de nuevo en las tiendas que habíamos visitado la última vez, pero el único cambio que observamos fue que los maniquíes ya tenían los abrigos y las bufandas pues el invierno estaba ya aquí pero, de vestidos para mi cumpleaños ni rastro. Desquiciadas e incluso con los pies hinchados, entramos a mi tienda favorita, y casi rezaba por encontrar allí algo que me sirviese para ser la protagonista en mi cumpleaños. Una dependienta pareció darse cuenta de nuestra desesperación y le expliqué lo ansiosa que estaba por destacar en mi día, así que comenzó a guiarnos a través de la tienda señalándonos varios vestidos o conjuntos que podrían servir. Entre todos los que me llevé al probador dudaba seriamente si llevarme una falda de tubo larga y un top blanco de manga caída o un vestido negro ajado de tirantes anchos con un encaje bordeando las axilas que me llegaba por las rodillas. Sammy, como buena ayudante de compras, me trajo unos tacones cerrados preciosos para que viese como me quedarían ambos conjuntos desde la altura y definitivamente optamos por el vestido. La dependienta asentía con la cabeza dando su aprobación a mi (nuestra) elección. Definitivamente sería un acierto llevarme el vestido y los tacones.
Cuando compramos aquel increíble vestido, mi mejor amiga se le ocurrió la idea de ir a comer unas hamburguesas al McDonald's.
Nos sentamos en una de las mesas redondas cercanas al ventanal que daba a la calle, empezó a llover y ambas maldijimos no haber aparcado más cerca de la entrada. No sabía cómo contarle a Sammy lo que había pasado con Jake, no es que no se lo quisiese contar, es que simplemente no sabía cómo reaccionaría, así que rompí el hielo de la única forma que se me ocurrió: 
-Sammy, eres mi mejor amiga y te tengo que contarte algo... –dije mirando mi comida. 
-¿ME HAS OCULTADO ALGO? -abrió demasiado los ojos. 
-Sí, bueno, en realidad no. Ay. Escúchame. 
-Escucho... -dijo disminuyendo el tamaño de sus ojos de alguna forma inexplicable. 
-¿Recuerdas el día que me llevaste hasta el instituto porque había quedado con Jake? –asintió sin interrumpirme- pues bien -cogí aire- Me llevó a un parque privado que comparte la casa de sus abuelos con otras casas alrededor. 
-¿Te llevó a casa de sus abuelos? -sabía que no aguantaría sin interrumpirme. 
-No, ahora no viven ahí -continué- nos sentamos en un columpio y… me besó. 
-¿EN SERIO? -los ojos se le salieron de las órbitas (otra vez) 
-Sí -dije sonrojada. 
-¿Y cómo fue?
-Hoy la verdad es que lo veo bastante peor de lo que fue -agaché la cabeza y empecé a revolver las patatas en la salsa. 
-Hey, ¿qué ha pasado? 
-Me ha mandado un whatsapp este mediodía y me ha dicho que quiere salir conmigo, pero que “no quiere ponerle etiquetas” -dije entrecomillando la frase con las manos. 
-¿Te ha pedido salir? 
-¿Me estás escuchando Sammy? No quiere ponerle etiquetas, y la verdad, sigo pensando que todo esto es un juego para él. Y voy a ser yo la que pierda… 
-No creo que sea un juego, ya no -dijo bastante seria- ¿qué le has contestado? 
-Que no quiero estar en serio con nadie. 
-¿Y…? 
-No me ha contestado, y sé que lo ha visto porque ponía “en línea” pero nada. 
-Bueno, dale tiempo, supongo que jamás le han dicho que no y está asimilándolo -sonrió y le acompañé. Ese era uno de los motivos por los que Sammy era mi mejor amiga, porque era capaz de cambiar de idea rapidísimo y hacerme sentir bien con una simple sonrisa.

Atte, Adriana & María.

domingo, 20 de octubre de 2013

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Quinto capítulo: A signal.

Me desperté exhausta porque había tenido otra de mis pesadillas. Me levanté para ir al baño, me eché agua en la cara y me recogí el pelo en un moño porque tenía muchísimo calor. Me tumbé en la cama y reflexioné aquel extraño sueño. 
“Estaba en una pradera llena de flores de todos los alegres colores existentes y con distintas formas. Amaba el olor de las rosas anaranjadas. Ese sitio me hacía sentir como en casa, con ese aroma que desprendía aquel lugar. El cielo estaba despejado muy azul y con el sol resplandeciente por eso me tumbé allí por un rato mientras disfrutaba de todo lo que tenía a mi alrededor. Cuando noté que el calor ya empezaba a quemar mi piel, me levanté para arrancar algunas de esas preciosas flores que me llamaban tanto la atención. Me propuse hacer un ramo, pero de repente vi una llama que aparecía delante de mí, se hacía cada vez más y más grande, pero no podía hacer nada. No tenía agua ni ningún otro modo de extinguir el fuego, así que me quedé contemplando como las flores ardían, como se hacían ceniza y como aquel paraíso desaparecía ante mis ojos.” Entonces, me desperté. Era una persona curiosa por lo que no tardé en levantarme de la cama e ir al ordenador para buscar el significado de aquel sueño. Soñar que se está arrancando flores, significa que se me presentaría una buena oportunidad y que no debía dejarla escapar. Soñar que estaba atando un ramo de flores, significaba que me darían una gran sorpresa, que me hará muy feliz. Un sueño con fuego significaba que algo viejo estaba a punto de terminar y algo nuevo iba a entrar en mi vida. Me quedé mirando a un punto fijo durante un instante reflexionando aquello que acababa de leer. Me quedé fascinada porque de alguna u otra manera estaba relacionado con Jake, o al menos, eso es lo que yo pensaba. Para despejar un poco mi mente de la realidad empecé con Eternidad, el primer libro de la saga de los inmortales, ya que a Sammy se le había antojado que me lo leyera. Me sumergí rápidamente en el mundo de aquel libro pero algo hizo que mi mente volviera a la realidad. Mi madre me llamaba. Era la hora de comer. Bajé rápidamente las escaleras y me senté a su lado, mientras que enfrente tenía a mi padre. Estuvimos hablando del instituto, también les conté mis anécdotas más recientes con Sammy, pero el timbre interrumpió nuestra conversación. 
-Voy yo -les dije. 
Sammy.
-¡Amy! ¿He interrumpido la comida? -me dijo algo preocupada y mirando a mis padres que saludaban desde la mesa.
 -No, acababa de terminar. 
-¡Genial! –dijo con su típico entusiasmo- porque vengo a rescatarte, ¿nos vamos de compras? 

Asentí y subí a ponerme algo decente. Escogí una camiseta negra con encajes por atrás, unos pantalones ceñidos y unas botas con el mismo color que el de la camiseta. No quería ir muy arreglada, pero fue lo primero que vi al abrir el tocador. No tardé mucho porque Sammy me esperaba en su coche y el motor ya estaba arrancado, así que subí en él y fuimos directas al centro comercial más grande de la ciudad. Empezamos viendo la ropa que había en Bershka, pero no me gustaba mucho lo que había allí, ya que todo el mundo llevaba la ropa de esa tienda. Ver un mismo vestido en distintas chicas no es que fuera algo muy original, y yo era de ese tipo de chicas que prefería crear su propio estilo. Estaba segura de que recorrimos todo el centro porque mis pies ya empezaban a doler. Había comprado unos botines beige, una blusa negra con un poco de transparencia, una gabardina, un abrigo rojo, varios pantalones de corte vaquero e incluso un peto de pantalón largo; pero no me había comprado un vestido. Y necesitaba uno para llevar al menos en alguna ocasión especial, como sería mi cumpleaños.

Atte, Adriana & María.

domingo, 13 de octubre de 2013

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Cuarto capítulo: Enjoying the time.

“Amy” me dijo cuando estaba sacando los libros de mi taquilla. 
-Jake, eres muy pesado.
-Esta tarde en la entrada del instituto, te quiero enseñar algo. 
-Tengo cosas más interesantes que hacer. 
-A las seis te estaré esperando -se dio media vuelta y se marchó. 

Jake se había distanciado de mí las dos últimas semanas, y aunque en cierta manera, echaba de menos leer su nombre en una ventana emergente en Facebook y aunque echaba de menos sentir sus ojos intentando atravesarme; me sentía mejor, libre de nuevo. Pero no todo iba a ser perfecto, siempre había algo que fallaba, una pieza del puzzle que no encajaba. Una tarde, había quedado con Kyle, uno de los compañeros del equipo de fútbol de Jake; para hacer un trabajo de literatura universal y entonces, ocurrió: me intentó besar. Fue el lunes pasado en la biblioteca cuando me acerqué (tal vez demasiado a él) para corregirle una falta de ortografía. En cuanto giró su cara y empezó a aproximarse a la mía, me alejé y para hacer de aquella situación algo más incómodo me preguntó: 
-¿No quieres besarme? 
-No. 
-¿Por qué? ¿No te gusto? 
-Tengo novio, Kyle -me levanté de la mesa, recogí mis apuntes y me marché. 
Cuando hoy, viernes, Jake se ha acercado a mí, en un principio he pensado que era para hablarme de Kyle o en nombre de él; pero sin embargo sólo ha vuelto a su estúpido juego. Juego el cual empieza a molestarme más de lo debido, aunque a alguna parte tonta de mí también le gusta. A penas había probado un bocado a la hora del almuerzo, ni tan siquiera había terminado el primer ejercicio que he intentado hacer por la tarde, así que con los nervios a flor de piel me he dado una ducha y me he puesto un pantalón negro largo remangado por los tobillos, una blusa blanca con un poco de transparencia, y unas Vans negras. También he dejado que mi pelo suelto cubriese mis orejas y me he maquillado lo más natural que he podido; pero al salir de casa me he dado cuenta del frío que hacía, así que he cogido la parka. No sé cómo he llegado a la puerta del instituto, en realidad sí lo sé: Sammy me ha dejado una calle atrás y luego he ido andando. Y ahí estaba él, con un pantalón rojo y una camiseta blanca, perfecto y con el pelo alborotado como de costumbre. 
-Has venido. 
-Pues sí -dije con un tono retintín- ¿qué quieres? 
-Ven tonta -pasó un brazo por encima de mis hombros cuando empezamos a andar.
-No sé qué es lo que pretendes, Jacob. Pero no lo vas a conseguir -dije mientras apartaba su brazo y las piernas me temblaban. 
-Que me quieras.
-Ug -resoplé- me desesperas. 


Seguimos andando y en silencio durante veinte minutos aproximadamente hasta que llegamos a un parque vallado, y el cual debía abrirse con llave. Estaba rodeado de casas, por lo que pensé que sería privado y deberíamos saltar la valla, pero entonces abrió el cerrojo sin llave, pues el candado no estaba cerrado. Entramos y nos sentamos en uno de los columpios, uno al lado del otro, dejando nuestros pies colgando. 
 -Es precioso -rompí el silencio mientras miraba alrededor, era Octubre y hacía más frío del que esperaba, pero había un par de farolas alumbrando la zona y entre los árboles había luces de Navidad que hacía aquel lugar mucho más encantador. 
-Es mi sitio favorito. 
-¿Cómo lo descubriste? -había bajado la guardia, no quería seguir discutiendo con Jake. 
-Mis abuelos vivían ahí -señaló una de las casas. 
-¿Ya no viven? -no quería meter la pata porque no sabía se habían fallecido o no. 
-En otra casa, esa se les quedaba grande y compraron un piso más cómodo. 
-¿Vendieron la casa? -miré la fachada, no parecía estar habitada pues el césped estaba bastante descuidado, pero tuve curiosidad. 
-No, la tenemos cerrada pero solemos celebrar Navidad y los cumpleaños ahí. 
-Debe ser preciosa. Creo que me estoy enamorando del sitio -dije en un ataque de sinceridad. 
-Podría ser nuestro sitio -le miré a los ojos. 
-Jake… 
-Amy, estoy cansado de tus negativas. Eres preciosa y me encantas, ¿qué tiene de malo que lo intentemos? 
-Me gustas, pero -no me dejó continuar la frase, redujo notablemente el espacio que nos separaba y me besó.

Atte, Adriana & María.

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Tercer capítulo: His stupid game.

Me senté en una de las mesas más lejanas de la cafetería con Jake en uno de los asientos de en frente mirándome como si le hubiese dolido mi bufido, ¿realmente esperaba que hiciese un charco de babas a su alrededor? Mientras él me miraba yo lo único que hacía era hacer anotaciones estúpidas en mi libreta, incómoda por esa mirada que me taladraba, que me disolvía. Pero al fin, tocó el timbre y era hora de ir a clase. Cogí las cosas de la taquilla y por el espejo que tenía colocado en la puerta pude ver como Sammy se acercaba hacia mí. 

-Lo siento Amy -dijo realmente arrepentida -No debí dejar que vinieras andando. Tampoco me hubiera importado que me echaran al pasillo. 
-No importa. Todos nos equivocamos, ¿no? -dije insinuando una sonrisa.
-Gracias, joder, pensaba que te habrías enfadado en serio. ¿Tiene algo que ver que al señorito también le hayan expulsado? 
Le saqué la lengua y cerré mi taquilla con un portazo y me di la vuelta, demasiado tenía con soportar a ese estúpido chico intentando conquistarme por no sé qué mosca que le había picado como para tener que, además, soportar a mi mejor amiga haciéndome preguntas que ni yo misma sabía contestar. ¿Me había gustado que le expulsasen a pesar de mi bufido? ¿Me gustaba desvelarme con un mensaje suyo? ¿Me gustaba realmente Jake? 


Llegué al seminario de Latín en el cual tuve que esperar unos diez minutos a que la profesora llegase. Sammy, que me había acompañado todo el camino se sentó en el suelo y le hice cargo de mis libros mientras iba al baño. Me encontré con la profesora por el camino y me excusé, me pidió que no tardase pero que tenía el permiso. Hasta hace poco las sorpresas y las casualidades me encantaban, siempre tenía ganas de llegar a casa y ver algún detalle que me hubiese traído mi padre de alguno de sus viajes de trabajo o tal vez, que me mi madre me hubiese preparado mi comida favorita porque sabía que había tenido un examen complicado. Incluso las llamadas espontáneas de Sammy con algún plan alocado para hacer en una tarde aburrida. En ocasiones, un "Me gusta" en una foto en Facebook de alguien con quien hacía mucho que no hablaba, me hacía feliz porque era una sorpresa y una casualidad agradable; en todas esas situaciones tenía claro lo que me gustaba, sabía que mi padre me conocía lo suficiente así que, acertaría con el regalo; mi madre sabía cuál era mi plato favorito, Sammy tenía esas ideas locas que a pesar de que a mí no se me ocurriesen ambas sabíamos que yo aceptaría... Sin embargo, no tenía una remota idea de lo que sentía por el señorito tepersigoperosolovoyajugarcontigo. Al salir del baño, ¿cómo no? Jake en la puerta. 
-¿En serio me estás persiguiendo? 
-¿Eso es lo que quieres pequitas? 
-Me está cansado tu juego, Jacob -pasé por su lado dándole un empujón en el hombro lo que él aprovechó para girarme y quedar a pocos centímetros de mí. 
-Pues yo quiero terminar la partida -se giró y salió de allí. Yo hice lo mismo mientras pensaba en la conversación que hace menos de un minuto estaba teniendo. 
Me dirigí a clase, toqué a la puerta y la Sra. Edison me dio permiso para sentarme. 
-Amy, el ejercicio 4. 
-Em... -pensé en explicar a la profesora que era incapaz de concentrarme y que no había hecho el ejercicio, que latín se me daba fatal y mucho menos si tenía a una mosca (adorable) como Jake todo el tiempo detrás de mí. Pero entonces, Sammy deslizó su libreta ante mis ojos -¿Le recito todas las declinaciones mejor?
-Sí, es mejor así. 
Y tras “cantar” la primera y la segunda declinación acorde con el ejercicio le di las gracias a Sammy por salvarme el culo, una vez más.

Atte Adriana & Maria.