miércoles, 10 de septiembre de 2014

1 comentarios

Octavo capítulo: My birthday!

Abrí los ojos en cuánto el despertador empezó a sonar, sin una pizca de piedad, a las 7 y media de la mañana, y aunque tenía la cara tiesa como cualquier otra persona a esas horas, me levanté y sonreí. Lo que no recordaba era el porqué de mi felicidad. Entonces me vino una imagen a la mente, y durante un momento creí que era un sueño. Últimamente las cosas iban demasiado bien, y no quería que nadie las estropeara, como si hubiera algo por lo que mereciera la pena seguir luchando, y realmente lo había.
Aquel día era mi cumpleaños, pero hacía años atrás que no me mostraba tan contenta al llegar este día... quizás era porque Jake iba a estar en mis dieciocho, esa gran fiesta que todos esperamos para poder ser independientes - legalmente-. [Pero a decir verdad, la edad no era una excusa.]
Lo que me hizo más feliz al despertarme era encontrarme un mensaje suyo.
Esta mañana, dos de la tarde después de lo que pasó hace una semana, me he despertado pensando que todo había sido un sueño; pero no. Tú y yo estamos saliendo oficialmente y sólo tengo ganas de cortarte una risa al besarte y sólo tengo ganas de estar contigo. ¡Buenos días, pequitas! Aunque esa noche de Halloween no llevases un vestido rosa, me encantas, y sí es verdad que siempre pienso en ti.
¿Qué más podría pedir? Me daba igual lo que pensaran de mí cuando me vieran con Jake, me daba igual si éramos lo demasiado jóvenes para prometernos estar juntos para siempre, ellos no sabían de que hablaban pero, sin embargo, no dejaban de hacerlo.
De repente tocaron a la puerta y mis pensamientos sobre Jake se desvanecieron.
-¡Feliz cumpleaños!.- gritó mi madre con entusiasmo. Entre sus manos sujetaba una bandeja con tortitas adornadas con una carita feliz, que solo al verla hizo que me emocionara aún más.
Le contesté con una leve sonrisa. Se acercó, dejó la bandeja encima de mis extremidades y se sentó junto a mí, dándome así un beso.- ¿Dónde está papá?.-le pregunté aturdida. Cada año aparecían ambos en mi cuarto cantando el cumpleaños feliz, así que me extrañó no ver a papá.
-Ha tenido que ir al trabajo antes de la hora dicha por un problemilla con uno de sus empleados. No te preocupes, cielo. Bueno te dejo que te despiertes y desayunes. No tardes mucho, no vayas a llegar tarde.
-Gracias mamá.-Tiró un beso el cuál se quedó en el aire.

Salí de casa, después de ella. Cerré la puerta de entrada con llave y Sammy se acercaba en su Jeep hasta pararlo frente a casa. Se acercó corriendo hacia a mí y me abrazó por la espalda, apoyando así su cabeza en mí.
- ¡Feliz cumpleaños, lerda! Ven, acompáñame. Sé que debería esperar hasta esta noche, pero es que no podía aguantar ni un segundo más.-Cogió el regalo del maletero y me lo tendió con las dos manos, dando a mostrar sus dientes tan alineados. La miré poniendo morros y deshice el lazo rojo.
Casi llegamos tarde a clase por la insistencia de mi mejor amiga para que abriera el regalo justo en ese instante, pero no tenía otro remedio... Sammy solía conseguir lo que quería.
-Que será....-dije inspeccionando el regalo.
-Si no lo abres ahora nunca lo sabrás.
Empecé a desenvolver el regalo en forma de caja. De hecho, era un cofre. Lo abrí y me encontré con dos vales.
-Sammy, ¿qué es?.-le pregunté.
-¡Son dos vales para ir al parque de atracciones Lake! No es para hoy, porque nos espera una gran fiesta.-dijo guiñando el ojo y prosiguió.-por eso lo he reservado para que vayamos cuando queramos. Tiene su fecha de caducidad, así que, más vale que nos acerquemos antes de que termine el mes. Y no, me niego a que Jake se apunte al plan.
-Has mostrado cierto interés en lo que me gusta, tus intenciones por lo que veo son buenas.-La abracé a continuación durante unos segundos. Sammy puso el coche en marcha y nos fuimos directa hacia el infierno instituto.

Pude ver a Jake en los aparcamientos, esperándome. Llevaba una rosa en sus manos y una sonrisa de oreja a oreja. Esa sonrisa torcida y que enamoraba a cualquier chica.
- Hey.-me dijo con esa voz ronca y a la vez sexy. A continuación me besó.- Feliz cumpleaños.-me entregó lo que tenía entre las manos y yo se lo agradecí con una simple mirada.
Le empujé, su brazo me rodeó  y yo apoyé mi cabeza en su hombro mientras caminábamos por los largos pasillos del instituto. La gente nos miraba raro, como si fuera algo malo. Miré a Jake para ver cual era su reacción a todas estas miradas que nos perseguían, pero no se comporta de manera diferente, actuaba normal, con la mirada fija al frente y la cabeza alta.
Después de haber pasado por nuestras taquillas y haber cogido los libros que nos hacían falta para las tres horas seguidas que nos esperaban, nos despedimos y quedamos para almorzar.
Tres horas que se me hicieron eternas pensando en lo que me quedaba de día, agradeciendo las felicitaciones de las personas que se acercaban a mí y que ni siquiera conocía y pensando en Jake. El timbre sonó, y yo ya había guardado todos los libros para salir en su busca, pero él ya estaba esperándome junto a la puerta de mi clase. Admiré su figura de espaldas, apoyado hombro con pared. Agarré sus manos y se giró. Su blanca, media y amplia sonrisa... caí rendida ante su mirada, como cada vez que me miraba así. Sus ojos grisáceos te enamoraban y, ¿qué es un chico sin una mirada bonita? Sin embargo, Jake no era solo eso, era su forma de comportarse con la gente, siempre preocupándose por los demás. Podría ser lo que más me gustaba de él. Me besó. Me sostenía entre sus brazos ante la mirada de cientos de personas atentas. Yo las miraba de reojo, sintiéndome al mismo tiempo avergonzada y afortunada. No solía ser el centro de atención, y si en alguna vez en mi larga etapa de adolescente lo fui, aseguro que fue al tropezar o caer en mitad de una multitud.

Sammy nos vio llegar cogidos de la mano desde el otro lado del comedor, pero siguió concentrada en la manzana que estaba almorzando.
Me quedé en medio de ambos contemplando el decorado de halloween que aún seguía en las paredes y techos. Kyle y los demás de la pandilla rompieron el hielo llamando al capitán del equipo para que se sentara a comer con ellos. Jake tenía la mirada perdida y se le veía un poco preocupado.
-Jake, ve con Kyle, no me importa.-le dije un poco molesta por la actitud que prestaban los de su grupo. Me miró de forma suplicante y a la vez de disculpa. Se acercó a ellos, y se saludaron chocando sus hombros unos con otros, pero él seguía en sus pensamientos.
Me empecé a preocupar, no era propio de él. Era cierto que no lo conocía lo suficientemente bien porque llevábamos básicamente una semana, pero durante esos siete días no había pasado cosa parecida. Dejé de lado ese tema, no quería preocuparme en el día de mi cumpleaños, quería que fuera especial. Me concentré en la fiesta y en planearlo a la perfección con Sammy, quién prometió ayudarme en la decoración y en la limpieza de la casa cuando la fiesta terminara.

Después del instituto, invité a Sammy a casa para que me acompañara en el almuerzo. Era difícil preparar todo antes de la fiesta si no empezábamos a tempranas horas. Teníamos que organizar prácticamente todo, y además prepararnos. Mi madre sirvió los platos sobre la mesa. La comida que había preparado se basaba en pechuga con nata por encima, bacon, champiñones y unas patatas fritas como acompañante. En ocasiones especiales siempre hacía esa comida, era como una tradición.

Después de comer con tal rapidez, Sammy yo inflamos globos y los colocamos por todo el suelo. Escogimos las mejores canciones para ponerlas en los altavoces. Colocamos vasos de plástico con sus bebidas y comida por todos los alrededores. Cuando terminamos de repartir cada cosa por los diferentes sitios de la casa con lo justo y necesario, subimos escaleras arriba hacia mi habitación. Cogí el vestido negro envuelto en la tela transparante para que no se arrugara. Justo en ese instante mi madre apareció en la puerta. Entre sus manos podríamos contemplar un vestido negro, del mismo color que el que yo tenía entre mis manos.
-Un pequeño regalo por el día de tu cumpleaños, ¿qué te parece?.-dijo mi madre enseñándolo. Era un vestido de palabra de honor, con unos encajes en la parte de arriba y de ahí colgaba una tela negra que llegaba hasta el suelo. Los ojos se me quedaron como platos al ver tal vestido elegante y a la vez, sexy. Fui corriendo hasta la puerta y la abracé con los ojos llorosos.-¿Te gusta?.-Asentí con la cabeza y entré en el cuarto de baño que pegaba a mi habitación para probármelo. En cuánto me lo puse, salí y mi madre se tapó la cara con las manos.
-Estás preciosa, mi niña.-Sammy asintió con respecto al comentario de mi madre. Di una vuelta y la capa se elevó en el aire. Como me gustaban los vestidos, me sentía como una princesita.
Llegó la hora y tanto Sammy como yo estábamos preparadas para la fiesta que nos esperaba. Empezó a sonar el timbre, la gente llegaba. Al principio creíamos que iba a ser un total desastre porque no había a penas multitud, pero un par de horas después la gente llegaba y enviaban mensajes de textos a sus amigos para que se unieran.