martes, 20 de octubre de 2015

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Décimo capítulo: The girl next door.

En aquel instante no sabía decir que estaba más desordenado, si mi cama con todos los apuntes del instituto o mi cabeza que no paraba de darle vueltas a lo que acababa de pasar. La idea es que acababa de ver a Jake tonteando con otra chica, bueno quizás fuera al revés, pero el caso era que mi novio estaba con otra; y que resultaba que esa otra era mi nueva vecina. Eso es, hace unos días, no más de una semana, vi desde mi ventana el camión de la mudanza literalmente en la puerta de mi casa. Fue inevitable que me diera un vuelco al corazón, pues lo primero que se me pasó por la cabeza es que aquel vía de transporte sería mi perdición: me mudaba. Era posible, pues se podía producir cualquier altibajo en alguno de los trabajos de mis padres, y que nos mandase a la otra parte del mundo, y por la cuál miles de veces me había planteado que haría si esto sucediera. Me veía incapaz de decir adiós a mi ciudad de origen, a mi casa dónde había vivido los momentos más entrañables de mi infancia y dónde estaba experimentando nuevas experiencias en mi adolescencia, no quería despedirme de Sammy, mi única compañera de aventuras y locuras, y mucho menos perderlo a él, perder a Jake. Pero entonces supe que tendría que soportar a esa niña mimada, la misma que había tenido escena con Jacob, y que se mudaba a la casa de al lado. Cabía mencionar que encima se creía la propietaria de toda la comunidad, pues nada más llegar ya había dejado encerrado a mi coche dentro del garaje con el tema de recoger todas las cajas del camión. No sabría decir que prefería: si aguantar a la acomodada de ojos saltones o mi propia mudanza.
No es que fuera celosa, pero no me entusiasmaba la idea de que intentara conquistar al chico del que había estado enamorada desde que tenía uso de razón, pero lo que hacía que me sintiera realmente mal es que significa que yo no confiaba en Jake, y no era parte del plan perderlo de la forma más estúpida que conocía y que para colmo, ella tuviera que ser la chispa que encendiera la fogata.
Si mi profesor de literatura me pidiese que relatase la historia de mi vida la titularía: la trágica historia de Amy llevándole pastel a la vecina de al lado. Y así fue, mi cordial madre (no especialmente con su hija), me contagió su amabilidad a cambio de que me preparase mi comida preferida dos veces por semana, sin embargo, una vez que tuve cumplir el pacto me pareció la idea más horripilante que a mi querida madre se lo hubiese pasado por la cabeza, podría decir que incluso la peor que la de prepararme lentejas en pleno verano. Por esa misma razón estaba exhausta y por la misma causa hacía tan solo unos minutos me encontraba subiendo los escalones de mi casa con tanto desdén, mientras los "tortolitos" hablaban sobre los privilegios de ser ricos y que te acepten en una buena universidad.
La mejor forma de evadirme de mis pensamientos no fue ponerme a repasar Historia, ni mucho menos. Que fuera mi asignatura preferida era la excusa perfecta para estudiar el pasado y no reflexionar sobre el presente, pero aún así la vida de María Antonieta no era lo suficientemente dramática como para desconectar de la realidad.
Tampoco había tenido la oportunidad de hablar con Jake sobre el tema, porque para ser específica, hoy era el primer día que habían tenido roce, y por lo tanto la pregunta que mi cabeza no paraba de formular era, "¿quién es ella?" No es que tuvieran un parecido descomunal como para predecir que eran familia, pues eran físicos totalmente distintos, pero con tanto flirteo me parecía a mí de que buscaba su conquista o que "su prima" siempre había deseado un hijo entre familiares. Y bueno, la segunda idea no es que fuera muy ordinaria, pero con esas facciones cualquiera diría que era una loca descomunal.
Al fin y al cabo, me daba la sensación de que Jake tenía el pretexto perfecto como para acabar con mi paciencia, lo típico "solo tengo ojos para ti" o "es solo una amiga", ¿a cuál peor? No me iba a convencer de ninguna forma, y tampoco iba a quedarme más tranquila así, pero temía que un simple hecho lo alejara de mí; y no es que echa una furia se me ocurrieran las ideas más sutiles, pero entonces él apareció tras la puerta y en sus ojos pude ver ese brillo en su mirada que solo presenciaba cuando estábamos juntos, y entonces las evasivas que tenía en mente que diría, se desvanecieron, quise creer que así era, porque eran lo que sus ojos querían decir sin dar uso a las palabras.
Hola dijo con una sonrisa ladeada.
Hola contesté cortante, esperando a que se diera cuenta del enfado.
Sé que es un día de entre semana y que estás ocupada estudiando pero... pensé... dijo tímido mientras se despeinaba de una forma muy atractiva el pelo que quizás podríamos pasar el tiempo juntos haciendo algo productivo.
Tengo una idea mejor sugerí irónica ¿Por qué no vas a estudiar con la "cara sapo" que vive a no más de cinco metros de aquí?
¿Te refieres a Emily? preguntó incrédulo.
Sí afirmé casi tan rápido como latía mi corazón.
Vaya, no te esperaba de las chicas que se ponían celosas con tanta facilidad se reía de mi enfado. ¿Cómo se atrevía?
¡No estoy celosa! exclamé.
Bueno, vale, vale... se rindió ante mi mirada furtiva¿Entonces me marcho?
No... le respondí bajando el tono de voz y con arrepentimiento de lo sucedido Por favor.
Como no, sonrió triunfante mientras se sentaba en el borde mi cama y me cogía suavemente de la barbilla para que le mirase.
¿De verdad piensas que sería capaz de salir con otra persona que no fueras tú? Creo que fui bastante convincente cuando te dije que realmente me gustabas me recordó clavando su mirada en mis labios.
Bueno, es lo que tiene salir con el chico más guapo (y popular) del instituto. Nunca pensé en las consecuencias.
Lamento decir esto pero, creo que se van a tener que acostumbrar a lo nuestro, porque da para largo y a continuación me besó.
«¡¡Aaaaaah!!» gritaba mi fuero interno. «¿Cómo era capaz de provocar ese efecto en mí?» Lo odiaba. Lo odiaba por dejar que causase en mi esa sensación de mariposas en el estómago, lo odiaba por ser capaz de deshacer con tanta facilidad mis enfados, pero por encima de todo, lo odiaba por hacerme sentir en las nubes cada vez que me besaba.


Al día siguiente, sábado por la mañana, decidí que era el momento perfecto para cumplir con la promesa que le hice a Jake. Una de ellas era que no me iba a poner celosa de ninguna chica más, pero entonces la cosa se complicó cuando me soltó así sin más de que la vecina de al lado era su ex-novia. Mi cara empalideció al escuchar tal barbaridad. ¡Ahora sí que tenía sentido las risitas tontas por parte de ella! Y bueno, a partir de entonces tenía que convivir con el peor de los casos en una relación. Pero pese a todo, le prometí que le intentaría dar una oportunidad, que intentaría mantener una amistad, concepto que no le iba a entusiasmar demasiado a Sammy, pero lo haría por el bien común.
Ni siquiera me dio tiempo a cambiarme de ropa, salí de mi casa con el pijama de Harry Potter que compré cuando fui a Disney World y me presenté en casa de la chica de pelo rizado y ojos azules. No quise tocar al timbre por si estaban durmiendo, así que me decidí por los tres toques tradicionales para no molestar, y lamentablemente fue la primera cara que tuve que ver en mi precioso día, bueno "precioso" que desde aquel entonces se volvía contradictorio.
Buenos días Emily, ¿has terminado de instalarte? le pregunté por amabilidad. La verdad es que me traía sin cuidado lo que hacía o dejaba de hacer, eso sí, mientras mantuviera sus perfectas y limadas garras alejadas de Jake Porque pensé que si en algún caso te hacía falta ayuda de más quería que supieras que puedes contar conmigo.
Maldita sea lo que tenía que hacer.
Hola sonrió con falsedad. No del todo, mis padres y yo queremos hacerlo con más tranquilidad porque tenemos una lista repleta de tareas pendientes. Aún tengo echar la matrícula en el instituto.
Ah, ¿te has cambiado también de instituto? asintió y aproveché la oportunidad para preguntarle ¿Y a cuál?
Es el mismo al que va Jake, y supongo que tú también irás a ese.

No podía ser... el fin de mis días se encontraba a la vuelta de la esquina. En ese preciso instante no sabía si echarme a reír o a llorar, y por muy difícil que fuese ocultar mi cara de espanto, sonreí amable. Por culpa de los errores del pasado de Jacob, ahora era yo quién tenía que pagar el pato aguantándola el resto del semestre, ¡y del año! Si no fuera por la promesa con la que tenía que lidiar no estaría desperdiciando mi tiempo con alguien que ni me iba, ni venía, pero con el paso de las estaciones aprendí que algunas veces teníamos que hacer sacrificios por las personas a las que queremos. Y por muchas ganas que tenía de comportarme como la verdadera Amy, la de los comentarios bordes y la chica que le dejaron de importar ciertas cosas, no quería decepcionar a Jake. Pero la gota que colmó el vaso fue el comentario que osó decir delante de mis narices:

Espero que estés preparada.
¿Preparada para qué?
Para pasar una mala etapa levantó su ceja derecha con desafío Te aseguro que el tiempo que estés aquí, que no será mucho, lo lamentarás tanto que querrás no haber existido jamás. Te haré la vida imposible, y no me rendiré hasta hundirte.
¿No me digas? reí sarcásticamente ¿Crees que voy a hacer caso de tus "memerías"? Cuando digas algo convincente, hablamos. Y mientras tanto asegúrate de mantener tu higiene bocal limpia, así vas a espantar a cualquier chico, no digamos a Jacob y con su nombre en mis labios me despedí de "la chica tan simpática" que este decía que era. Ahora lo único que me faltaba meditar era si se lo contaba a Jake o luchaba con mi propia valentía.